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Música en Garcia Márquez

Música y músicos en la obra de García Márquez

“ Cien Años de Soledad Página 188 ”, Oleo / Lienzo, 1.30 x 1.90 Mts., 1.998

Mi interés por el tema de la música y los músicos en la obra de Gabriel García Márquez no es fortuito ni gratuito sino el producto de un largo proceso de búsquedas y hallazgos en el acto de la lectura en la que uno dueño absoluto de su tiempo, puede relacionarse más íntimamente con los personajes, convivir con ellos horas y días enteros, observar y definir con más claridad situaciones y ambientes, captar y medir sin premuras qué papeles juegan dentro de la trama o en una secuencia aislada, la calle, la esquina, un color, los colores, los ruidos, el cuarto, un mueble, el silencio, el vestuario, el decorado, el gentío, una mirada, un automóvil, un semáforo, un avión, unas flores, un retrato, el otro, los otros y por supuesto la música y los músicos.

«Cien Años de Soledad Páginas 174 y 175», Óleo / Lienzo, 1.90 x 1.20 Mts., 1.999

«El Otoño del Patriarca Página 173 «, Óleo / Lienzo, 1.90 x 1.20 Mts., 1.999

Salí a buscar la música para pintarla y me instalé en los cuentos y novelas de Gabriel García Márquez en la certeza de que allí la Música y los Músicos andarían metidos por todas partes marcándole el ritmo a los sentimientos, aportándole melodía a los sueños, armonizando y desarmonizando amores y odios, acompañando a las gentes de todos los Macondos en su casi siempre frenética existencia o sirviéndoles de cómplices para matar y resucitar el tiempo cuando no para ponerle un poco de ritmo y melodía al telégrafo, la pianola, la máquina fotográfica, los imanes, el hielo y los trenes, a todas las máquinas y aparatos que habitan los territorios de estos libros y fueron parte del génesis de sus historias.

Yo había leído algo de su obra pero sólo hasta cuando releí una y otra vez algunos de sus cuentos y novelas y escuché la música que allí suena descubrí la descomunal tristeza de sus personajes pintada en sus rostros, la monstruosa tragedia que ronda sus vidas, la soledad de más de cien años sonando por los cuatro puntos cardinales de sus historias, leyendas y mitos y los colores exactos que necesitaba para trasladar al lienzo algunos de los episodios más bellos y trágicos de toda su obra.

Macondo y los otros territorios en los que se desarrollan  estos dramas y sagas, en lo que a mí me atañe e interesa, no son una región geográfica específica sino la Tierra toda en miniatura, el microcosmos en el que habitan y cohabitan, existen, coexisten y subsisten lo real y lo mágico, el atraso y el progreso, excesos y carencias y todo en medio de una misma e idéntica Tragedia en la que personajes de todos los colores, lenguas varias, cantan, hacen música, bailan, se embriagan, rezan, matan, fornican, ríen y lloran mientras llega la Muerte como siempre ha sucedido en los buenos cuentos y novelas del mundo entero o sea en la vida desde eso que llaman el Génesis.

Ha sido fascinante para mí llevar al lienzo las imágenes y situaciones que tomé de algunos de esos cuentos y novelas en los que priman lo histórico y lo mítico porque la pintura es sin duda la forma de arte en la que la historia y la magia andan siempre tomadas de la mano.

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